Comenzamos la
singladura con buen tiempo en Águilas. Fue nuestro primer y único día de día en
calma. El mar nos invitaba a entrar suavemente.
A partir del segundo día,
no hubo tregua. Entramos al Cabo de Gata con 30 nudos de Levante soplándonos en
la espalda. Pepe se mantenía alerta pero tranquilo, yo, sin esquimoteo, estuve
tenso las 7 h y pico de navegación. Las últimas 2 horas estuve en franja de
fallo. Nos la jugamos un poco al alejarnos de costa con cansancio y yo en zona
de fallo, frente a las Negras y Playazo de Rodalquilar. Un pez Luna, mi aliado
en el mar, nos indico que debíamos seguir, azuzándonos con su aleta, en el
momento de duda. Hubo suerte y al doblar el cabo descubrimos a lo lejos el
Islote del Moro que nos recibió de brazos abiertos.
A la mañana siguiente
se esperaba a Poniente duro a las 13h. Intentamos llegar a San José, pero no
pudimos salir. La rompiente no tuvo piedad, y el poniente nos sorprendió
entrando a las 10:40. Con hipotermia y apaleados, nos vimos forzados a
quedarnos otro día en el Islote del Moro, donde conocimos a Antonio el “moreno”
de la pizzería Issoleta que ha sido nuestro enlace meteo, junto a Pencho en
Cartagena, en tierra y Ángel de la
Guarda. Cada noche nos informaba del parte hora a hora del día siguiente,
kilometraje y posibles puertos de llegada.
También nos dio
preciosas lecciones de marinería como la de las 21 olas en Cabo de Gata (7
pequeñas, 7 medianas, 7 grandes, y luego una calma de igual duración que las 21
olas), nos aviso de que el marrajo, muerde primero y pregunta después, etc.
Al siguiente día,
salimos para San José con Poniente. Hasta Genoveses fuimos medio protegidos,
pero luego nos enfrentamos por primera vez, de frente, al Poniente andaluz.
Duro físicamente, y navegación mucho más lenta, pero menos desestabilizante que
el Levante.
Doblamos el faro al
final del Cabo de Gata y entramos en el Golfo de Almería para llegar al pueblo
de Cabo de Gata, que está en el Golfo.
Antonio el “Moreno” nos aviso que debíamos llegar allí porque al día
siguiente queríamos cruzar el Golfo de Almería directos a Roquetas, y que allí
suele venir con componente Norte, y si no bajábamos hasta Cabo de Gata, el Levante nos arrojaría al
interior del Mediterráneo, alejándonos de la costa aun mas. Aquí navegamos a
unos 10 kms de la costa. El cruce del Golfo fue tranquilo y tedioso. Al final
del día el Levante se endureció y nos hizo el remate de la jornada crudo y
frio. Acampamos en las dunas cerca del faro de de las Marismas de las Encinas
entre Roquetas y Almerimar.
Al siguiente día
salimos de Almería y entramos en Granada, haciendo noche en la Rabita. Jornada
de Levante peleón que nos hizo avanzar bien, estar alertas que no tensos todo
el viaje, y pasar frio en la llegada.
Al amanecer siguiente
se congregaron muchos pescadores para decirnos que no podríamos llegar a
Castell de Ferro ni mucho menos a Calahonda en un día con un Levante como el
que amaneció. Nos pidieron no salir algunos, pero decidimos intentarlo.
Yo caí con la primera
ola grande a una media hora de la salida. El vaciado de kayak y vuelta al kayak
en mar revuelta duro poco más de un minuto. Pepe estuvo fino. Aquí gane yo la
tranquilidad en la tormenta. A partir de este punto de inflexión, mi calma no
me abandono por duro que se puso el mar. Y el mar se puso duro.
Seguimos, y tal y como
nos habían avisado los pescadores, frente a Castell de Ferro el mar se puso muy
muy rudo. No se porque pero olas más
agresivas, mas grandes, viento, que con la vela de mi espalda, parecía querer
hacerme despegar del mar. Fue duro, para
mí, la jornada más dura del viaje, pero disfrute mucho y mi calma estuvo a la
altura de las circunstancias todo el tiempo. En los peores momentos, una
tortuga salió a la superficie para navegar con nosotros y darnos ánimos.
Al doblar el cabo, fue
peor. Los pescadores no nos habían engañado. Con la resaca, como llaman allí al
rebote del mar contra la piedra acantilada, los empujes venían de todos lados
en un caos total, incluso desde abajo…saltando metros hacia arriba expulsados
del mar.
Muy duro. Pero muy
peleado y resistido por los tres. A todo esto, había estado lloviendo toda la
mañana. No nos habíamos enterado hasta que paramos a descansar en Calahonda.
En Calahonda nos
hicimos una sopa de urgencias caliente y una infusión relajante. A pesar de
ello estábamos helados de frio. No pude parar de tiritar hasta que volví a palear
durante un rato camino de Motril, donde hicimos noche en el Parque de Bomberos,
gracias a las gestiones de nuestro gran Alberto Nube Negra. Agradecemos la
atención prestada por Álvaro y el Club Náutico de Motril, así como por toda la
dotación del parque de Motril que nos trato de lujo. Por fin una ducha
caliente…Aunque costó lo suyo.
Al día siguiente
salimos de Granada. Se acabo el Levante. Málaga va a ser larga y no nos va
regalar nada. Entra el Poniente para ya no irse.
Tuvimos una suave y
placida mañana. Nos relajamos. Disfrutamos del mar que nos daba una tregua…sol,
paisaje bonito, la costa Tropical…charlamos, reímos…., y cuando nos quisimos
dar cuenta, el Poniente empezó a soplar y nos complico la vida.
El destino era Nerja
pero frente a La Herradura, no avanzábamos. Hubo dudas. Ya eran la 5 de la
tarde. Tirarnos a tierra o seguir a Nerja. Tensión y finalmente fluyo
testosterona y nos la jugamos a navegar de noche con mala mar en contra,
decididos a llegar a Nerja.
A las 19:50 pisamos
Nerja con la luz de las farolas en la playa de Burriana. Habíamos pescado una
caballa al curricán (que no disfrutamos porque una gata, tuvo que ser gata, se
la llevo, le haría más falta que a nosotros, pobrecita…).
Manolo con vista de
lince nos busco un techado, y al poco comenzó a diluviar y ya no paro en 24
horas.
A la mañana, entre
frio, lluvia, y un poco de descoordinación, salimos a las 11… error fatal… el
mar no da segundas oportunidades…hay que cogerlas cuando te las da la primera
vez.
Se mete Ponientazo,
avanzamos penosamente, en 5 horas 10 ms. Y al llegar al faro de Torrox,
observando una rompiente, al volverlo de más de 500 mts hacia el mar y más de 6
kms de longitud costera, decidimos tomar tierra en una rompiente tremenda, con
pocas perspectivas de éxito. Naufragio, pérdida de pequeños objetos y
baño/arrastre de los 3 aventureros durante 15 minutos en el agua arrastrados
por el mar.
Una cura de humildad de
las muchas que nos ha dado la mar. Dicen los pescadores más viejos que nos
hemos encontrado por el camino, y también lo dice mi hermano Luis Pérez Campos,
al que cada día quiero más, que “a la mar no hay que tenerle respeto, hay que
tenerle MIEDO” y las pupilas de los pescadores retirados que nos lo han dicho
se dilatan al decir miedo.
Al siguiente día con el
rabo entre las piernas, y con lluvia y niebla, estamos en el agua a las 7:36.
Record histórico. Queremos aprovechar la calma antes del Poniente.
Nos sorprende el mar, y
aunque llueve y hay niebla, el mar está hecho un plato, ante eso nos
aventuramos a salir mar adentro para cruzar la bahía mar adentro, jugándonosla
y apretando para tener mínimo tiempo de exposición, pasamos Vélez Málaga y
conseguimos llegar al otro lado. Nos relajamos un segundo después de la carrera
por que no nos pille el viento en medio, y se mete en el momento de relajación
con total brutalidad. Aguantamos una hora, pero ante el no avance, decidimos
parar un km después de Almayate. Hacemos noche de lujo, compramos víveres y por
fin aprendemos que hay que levantarse entorno a las 5 de la mañana cuando el
viento no quiere, para aprovechar navegación menos dura del día.
Al siguiente día
salimos temprano y llegamos a Málaga pronto, arreando que es gerundio, como 3
lobos en jauría. Estamos cruzando mar adentro directos a Torremolinos pero el
mar da aviso de entrada de Poniente, y salimos como cohetes hacia la costa de
Málaga ciudad con poniente duro
golpeando el costado. Retomamos después de comida costeando para llegar a
Torremolinos padeciendo. Nos vuelve a llover, y salimos temprano hacia
Marbella.
El día va bien con
Poniente duro desde primera hora, sin tregua, pero avanzando firmes. Paliza
física. El Terral que dicen que hay por estas tierras no parece querer
ayudarnos. Navegamos a cierta distancia de la costa. Sin querer tenemos
tendencia hacia mar adentro.
Este día hubo garra en
el equipo. A pesar de ello el avance llega a su límite al pasar un faro con
muchos kite surfers a unos 11 kilometros de Marbella. El Poniente se bufa y la
navegación se pone durísima. Lo intentamos durante una hora hasta que entramos
en zona sin fondo de rompiente brutal que se adentra muchísimo en la mar y que
nos castiga con determinación. A Pepe y a mí nos da un ataque de risa imparable
de la situación en que nos vemos. Se nos cargo el abdominal del descojone.
Decidimos parar la
jornada en un restaurante azul que destaca del resto de edificaciones, ya que no
avanzamos NADA. Yo vuelco en la rompiente y toco piedra por debajo…ahora
entiendo por qué tanta rompiente. Nos cuentan los pescadores, que en Málaga hay
muchas zonas donde el mar se lleva la tierra de la costa mar adentro. El hombre
repone esa tierra robada con tierra y piedra. Esto hace que aquí las rompientes
sean muy largas y anchas, y halla que alejarse de la costa para poder navegar.
El restaurante azul
resulta ser Simbad el Marino en la urbanización Marbesa. Allí Cristóbal Cano
nos acoge y permite dormir en uno de los porches de su restaurante ante la
amenaza de lluvia que llevamos encima. No solo eso, nos ofrece una habitación
cerrada donde guarda aperos de pesca y barras de pan de su restaurante.
Dormimos como chiquillos, y tras una foto con Cristóbal a la mañana siguiente
vestidos de Guardias Civiles – con los que Cristóbal se lleva muy bien, salimos
hacia Marbella. En toda esta costa el narcotráfico tiene mal nombre. Por ello
nos dicen que acampar en playa está prohibido, y sin el cobijo de un techo
privado, la Guardia Civil, nos dicen, que no permite tiendas.
Bueno, embarcados hacia
Marbella, intentamos llegar directos hacia San Pedro de Alcántara directos
aprovechando la calma inicial del día. Pero dura poco…Al poco de salir viento,
niebla, oleaje, y lluvia torrencial con goterones a mucha velocidad que nos
apedreaban como granizo o perdigones. El castigo llego a tal punto que
comenzamos a reírnos a carcajadas, impotentes, ante el vapuleo que estábamos
recibiendo. Apretamos los dientes y el ritmo agachando la cabeza para no
recibir. Cuando acabo el apedreo, y se levanto la niebla, confundí al equipo al
dirigirme a Marbella pensando que era San Pedro. Me había desorientado
totalmente, y yo no soy nada malo en orientación marina…Menos mal que Manolo
había fijado rumbo en el compass y no se despistó.
Paramos a comer en
Puerto Banus, pensando que era San Pedro de Alcántara. Y seguimos rumbo a
Estepona, pero un poniente intratable nos obligo a tomar tierra a 10 kms de Estepona. Este día
sufrimos una paliza física de importancia.
Al día siguiente, salimos temprano hacia Estepona, pero tras 5 horas de paleo seguíamos estancados a 2 kms de Estepona. Por fin, advertimos que teníamos o marea o corriente de agua en contra que se equiparaba a nuestra velocidad de avance. Viajábamos muy alejados de la costa y nos dijeron que pillamos agua del Estrecho de Gibraltar en contra.
A las bravas llegamos a
tierra en Estepona, extenuados, y en diagonal intentando vencer lo que quiera
que fuera lo que nos tenía atrapados. En nuestras caras se reflejaba una
semicerteza: “hasta aquí hemos llegado”.
Descansamos un buen
rato, cabizbajos, y un par de rusas rubias platino en un bar donde tomamos café
caliente, nos animo la vista y elevo un poco. Aunque a mí lo que me animo fue
el duende del Aire. Por un cabreo entre hermanos yo perdí la estrella, pero al verlos bajos le rogué
a la estrella su vuelta.
Comenzamos la tarde
costeando. Bien. La única pretensión era tantearnos unos metros antes de
abandonar, pero avanzábamos mucho mas dulcemente pegados a la costa, pero al
llegar al puerto de Estepona tuvimos que separarnos de costa. La cosa se puso
fea.
Desesperados de nuevo,
apretamos hacia tierra de nuevo. De nuevo encontramos navegabilidad muchísimo más
dulce. Apuntamos la lección: Con Poniente duro en contra, hay que navegar
rozando la playa con la pala.
Y seguimos otros 10-13
kilómetros hasta el último pueblo de Málaga por la costa, Manilva. Málaga no
nos ha regalado ni un solo metro. Tuvimos que pagar mucho esfuerzo para
cruzarla.
Descansamos bien y al día
siguiente, salimos hacia Gibraltar con pocas esperanzas de avanzar debido al
parte meteorológico. Daban un poniente muy fuerte.
Empezó el día tranquilo
y avanzamos mucho las dos primeras horas, pero el poniente previsto llego y nos
sacudió.
Nos pegamos a la costa y a padecer. En los faros nos alejábamos de la playa ya a padecer mucho más, pero teníamos el Peñón delante. Y eso nos dio alas. Salió la garra, y ya no hubo poniente, oleaje, lluvia, ni frio que nos importase. Llevábamos la determinación de la meta. Y así llegamos a La Línea de la Concepción, donde terminamos a 1 km de la frontera con Gibraltar. Pensábamos meternos dormir en una playa de Levante de Gibraltar, pero nos hablaron del Castillo, de la prisión donde los Gibraltareños meten a freakies como nosotros, de las gestiones con abogados, de relaciones internacionales,…y estábamos decididos a hacerlo.
Nos pegamos a la costa y a padecer. En los faros nos alejábamos de la playa ya a padecer mucho más, pero teníamos el Peñón delante. Y eso nos dio alas. Salió la garra, y ya no hubo poniente, oleaje, lluvia, ni frio que nos importase. Llevábamos la determinación de la meta. Y así llegamos a La Línea de la Concepción, donde terminamos a 1 km de la frontera con Gibraltar. Pensábamos meternos dormir en una playa de Levante de Gibraltar, pero nos hablaron del Castillo, de la prisión donde los Gibraltareños meten a freakies como nosotros, de las gestiones con abogados, de relaciones internacionales,…y estábamos decididos a hacerlo.
Pero llamo Javi,
nuestro hermano que venía a recogernos, que ya estaba en la Línea de la Concepción.
Decidimos no dejarlo solo, después de la paliza de venir a buscarnos, y aunque
nos hacía ilusión hacer noche en una prisión gibraltareña, nos la envainamos.
Fuimos a cenar a
Gibraltar, y a tomar una birra, y al volver a la furgoneta, solo estábamos
nosotros en el centro a las 11:30 de la noche. Durante unos minutos, ¡Gibraltar
fue español!
Hay una cosa más que he
aprendido. Cuando el mar por el que he circulado golpea, lo hace con tres olas.
Si las aguantas, luego suele venir más calmado, al menos un rato.
Creo que ahora entiendo
las Tri-Olas de Pencho Solano Pascual, del CBA.
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